«En la bandera de la libertad bordé el amor más grande de mi vida»
Federico García Lorca
Obreros, labradores, tejedores, jornaleros, carteros, ebanistas… profesiones muy sencillas y comunes que tenían las 39 personas halladas maniatadas y con un tiro de gracia en esta fosa común de Paterna (València) a finales junio de 2018.
Estas personas que padecieron la persecución y violencia fascista durante el golpe de Estado y la dictadura, fueron brutalmente asesinadas por los militares sublevados contra la democracia, el 6 de noviembre de 1939 sin un juicio justo. Posteriormente ocultadas de forma clandestina en una fosa común, este último hecho, realizado con la clara intención de hacerlos desaparecer, a ellos y sus restos, hizo que sus mujeres e hijos no pudieran recuperar a sus seres queridos. Una forma más de expandir la represión y el castigo hacia aquellas personas que defendieron los valores democráticos durante su vida.
A pesar de todo y después de décadas esperando poder hacerlo, durante el verano de 2018 los cuerpos de las 39 personas silenciadas en la fosa común 94 de Paterna fueron exhumados para su posterior identificación genética. Hoy en día, muchos de ellos ya han sido entregados a sus familiares, cerrando heridas que han estado abiertas más de 80 años.
La fosa 94 pertenece a un conjunto de fosas comunes de civiles represaliados durante la dictadura de Franco en la provincia de Valencia.
Historiadores y arqueólogos han documentado que en el cementerio de Paterna los sublevados franquistas hicieron una masacre, ejecutando y ocultando de manera ilegal en 144 fosas comunes a alrededor de 2.238 personas.
Los asesinatos comenzaron el 3 de abril 1939, dos días después de haber acabado la guerra y no cesaron hasta 1956. Convirtiendo tristemente al cementerio de Paterna en uno de los mayores centros por número de ejecuciones de los Derechos Humanos acontecidos una vez acabada la Guerra Civil.
Ilustración de Gema López "Kuroneko” para el libro «La memòria en un racó», editado por el Ajuntament de Manises